La lectura femenina
se representó como una experiencia mimética, edificante y a la vez corrupta.
Aunque la aparición de la imprenta y la consiguiente democratización de la
lectura acercaron el fenómeno del libro a segmentos de la población
anteriormente marginados del mismo, terminaron propiciando la emergencia de un
discurso condenatorio que restringía el acceso a la mujer, a casi toda la
cultura impresa. De esa visión excluyente resultó la persistencia de su imagen
como lectora en las reflexiones de los censores, así como en la enumeración de
los peligros que albergaban los libros para las mujeres. Según la mirada
androcéntrica no se podía hablar de lectura femenina, puesto que no disponían
de una lectura «real» si no de una imagen que la representa como ornamento, y
que por tanto ella misma interpreta erróneamente el propio acto de leer.
Debemos explorar
dicho fenómeno, a través del examen de su representación en el discurso
articulado por varones. De esta manera la lectura femenina se escribió desde la
negación, desde el vacío y la limitación «natural» (de ahí el negro de las
imágenes de la propuesta) para participar en la mismas funciones intelectuales
que sus compañeros.
En Leyendo
como una mujer la imagen de una mujer (1996) Lola Luna, adoptó una función
del poder masculino como modulador de la imagen femenina y las implicaciones
ideológicas de estos contenidos. Intentemos pues leer la imagen de "la
mujer", es decir, el signo de mujer, para observar cómo
se construye lo femenino frente a lo masculino con mitos culturales cambiantes
sometidos a presiones ideológicas en general. Podríamos afirmar que las
mujeres son representadas de manera diferente a los hombres porque se asume que
el espectador ideal es masculino, y la imagen de la mujer está diseñada para
agradarle. La cultura y la ideología sexuada impidió por mucho tiempo a las
mujeres tener una visión real de su intelecto apartándola desde una posición
«agraciada» y «encantadora».
"Las mujeres,
sujetas por la ignorancia de sus sensaciones y al haber aprendido a buscar la
felicidad en el amor, pulen sus sentimientos sensuales y adquieren nociones
metafísicas sobre la pasión que las lleva a descuidar vergonzosamente las
obligaciones de la vida, y con frecuencia, en medio de estos sublimes
refinamientos, se dejan caer en el vicio real. Estas son mujeres que deleitan
las ensoñaciones de los novelistas estúpidos que, al conocer apenas a la
naturaleza humana, elaboran relatos trillados y describen escenas engañosas,
todo ello vendido con una jerga sentimental que tiende en igual medida a corromper
el gusto y a alejar el corazón de sus deberes diarios. No menciono el
entendimiento, pues al no ser ejercitado, sus energías dominadas yacen
inactivas, como las partículas de fuego escondidas de forma universal, se
supone que impregnan la materia. (Wollstonecraft, 1994:378).
DESCRIPCIÓN:
La obra está
compuesta de 120 retratos donde el objeto de estudio fue la figura femenina en
su cotidianidad. En este caso, se tomaron las obras que tenían por título "Muchacha
leyendo" o "Mujer leyendo". Estas imágenes
fueron intervenidas digitalmente donde el color, el fondo y el libro, son
eliminados en su totalidad dejando como único elemento de la composición la
figura femenina.
Cada mujer está
ubicada en un lugar diferente ya que cada una hace parte de una totalidad
narrativa en la obra, de ahí la estrategia de invertir el título, (Leyendo
mujeres). Ahora, el espectador lee a cada mujer en su particularidad y en
su totalidad desde la composición de cada imagen mediante un recorrido visual.
Los retratos datan del siglo XVII al XX, donde destacan pintores como Jan
Veermer, Gustave Caillebote, Charles Burton, Hans Constantin, Gustave Courbet
entre otros, sin embargo, en la obra, no se referencia ninguno de estos
pintores ya que el centro de atención son ellas, no quién históricamente las
haya retratado. Cada imagen tiene un tamaño de 25 x 17 cm, el cual ha sido
utilizado en la edición de libros de mediano formato. Por otra parte el trabajo
reflexiona desde un lugar común: la representación de la mujer como objeto de
estudio en las más destacadas obras del historial pictórico. El tema de mujeres
leyendo fue utilizado por una gran variedad de pintores como un tema
"especial" ya que "estas mujeres no leen; solo posan, según
palabras de un pintor flamenco. «La intelectualidad femenina es una ficción»
"
Pintar a una
mujer leyendo es igual de interesante que pintar a una vaca
pastando"
Charles Baudelaire